A

 A

 B

 C

 D

 E

 F

 G

 H

 I

 J

 K

 L

 M

 N

 Ñ

 O

 P

 Q

 R

 S

 T

 U

 V

 W

 X

 Y

 Z

 

abanicos
abanicos en verano, y los pesos en la mano
(F. 66 y 90).
Refrán popular exclamativo que, en forma de dos hemistiquios octosílabos de rima consonante, señala que es preferible, al hacer negocios, un comprador con dinero en la mano que otro con muchas buenas razones. El refranero mexicano prefiere siempre lo real a lo que es sólo una promesa o algo simplemente pensado.

abril
goza, o goce, o gocen, de tu, o de su, abril y mayo, que tu, o su, agosto llegará
(F. 66, 70, 90, 116 y 132).
Refrán que en hemistiquios octosílabos aconseja gozar de la felicidad presente pues será seguida pronto de días aciagos. El texto emplea "tu abril y mayo" para significar metafóricamente el momento presente y "tu agosto" para significar los inevitables tiempos difíciles. Es un refrán en forma de consejo, de enunciación exclamativa, que se usa a guisa de consuelo en situaciones desfavorables al enunciador.

abuela
de morir yo y mi abuela, que muera mi abuela
(F. 37).
Expresión paremiológica de índole exclamativa basada tanto en la ley de la vida de que la generación más vieja, por haber ya vivido, debe dejar paso a la generación más joven; como en el tópico paremiológico de que primero está uno mismo que los parientes. Se usa cuando, en momentos de conflicto, se toma una decisión a favor de uno mismo.

abundancia
si hay abundancia de comida y ropa, florecerán la decencia y la virtud
(F. 110).
Sentencia prejuiciosa, de tipo moralizante, que atribuye la indecencia y el vicio a la pobreza. Es posible remitir su origen a círculos religiosos de ascendencia criolla que ven en la pobreza el indicio del mal moral. El sentido predominante de la frase es el literal: dice sólo lo que el texto significa.

acamaronar
acamaronarse es caerse
(F. 49).
Sentencia paremiológica mexicana originada probablemente entre pescadores que proviene de la percepción popular de que el camarón es perezoso y torpe, por lo que acamaronarse es dormirse y, por tanto, caerse. La frase descansa en el sentido simbólico que se atribuye a "acamaronarse" y se aplica a situaciones en que alguien se atonta.

acción
acciones son amores, no besos ni apachurrones
(F. 35 y 116).
Refrán sentencia adaptado del refrán español "obras son amores, no buenas razones", recogido por Martínez Kleiser. El sentido del refrán indica que el amor verdadero se demuestra con hechos, no de otra manera. Se aplica a situaciones en que se habla o promete mucho y no se concreta nada. Con respecto al refrán español, el refrán mexicano restringe el referente a las situaciones amorosas y, aunque conserva la estructura en dos hemistiquios y la rima asonante, pierde el ritmo.

aceite
sin aceite no anda la máquina
(F. 90 y 122).
Expresión familiar que teniendo como referente un axioma de mecánicos se usa como una forma de insinuar una propina o "mordida". En Perú, según Santamaría, se usa "en el sentido de que sin aplicación y voluntad no se hace nada bueno".

acocote
a acocote nuevo, tlachiquero viejo
(F. 64, 71, 85, 90, 116, 119 y 122).
Refrán que enfrenta, en forma de una receta, la problemática situación de succionar el aguamiel del tallo del maguey con un "acocote" es un guaje de calabaza alargada que usan los pulqueros para succionar del maguey el "tlachique" o pulque dulce. Según el refrán, cuando el acocote es nuevo conviene que el tlachiquero o pulquero sea experimentado y con oficio. Metafóricamente, el refrán asienta que ante las dificultades e imprevistos, es indispensable la experiencia. Es probable que se trate de un refrán surgido entre pulqueros. La estructura mal remedio del tipo "a o para tal cosa, tal otra" es tradicional y está elaborada en dos hemistiquios hexasílabos asonantados y paralelos. Variante: "p'a acocote nuevo, tlachiquero viejo" (F. 85). Esta variante tiene la estructura de un refrán receta que es: "a o para tal cosa, tal otra". Este refrán emplea "para", apocopado, en vez de "a".

acocote
a acocote viejo, tlachiquero nuevo
(F. 49).
Refrán formulado como un escolio del refrán " a acocote nuevo, tlachiquero viejo " en que los papeles se invierten y en el que, hasta cierto punto, aconseja al pulquero novato usar un guaje viejo. En general, se aplica a los contextos en que un aprendiz de algo tiene problemas con una situación imprevista. Tiene la misma forma, estructura rítmica y paralelismos que el referido refrán " a acocote nuevo, tlachiquero viejo ". Véase lo dicho de " a acocote nuevo, tlachiquero viejo".

acomedido
un acomedido hasta en la cárcel cabe
(F. 90 y 116).
Refrán que expresa la mala imagen y el poco aprecio que se tiene del acomedido, como se llama en tierras americanas al individuo entrometido y metiche de tanto servicial: su lugar, según este poco aprecio popular, es la cárcel. Se emplea para cualquier situación y modalidad de intromisión. El sentido tiene un matiz irónico. En Colombia y Perú ese poco aprecio se expresa en los refranes "el comedido hiede a podrido" y "el que se ofrece se sobra".

acomedido
un acomedido siempre queda mal
(F. 90 y 116).
Refrán sentencia que, bajo los supuestos del refrán " un acomedido hasta en la cárcel cabe ", expresa claramente cuán mal es visto el acomedido.

afanador
afanador labiero, candidato al chero
(F. 90 y 116).
Refrán del caló carcelario que dice que un ladrón parlanchín es candidato a la cárcel. En el caló del hampa, sobre todo de la capital de México, "afanar" significó robar; "labiero", parlanchín; y "chero" es aféresis apocopada de "chirona" o "chirola", como se llama en algunos lugares a la cárcel. Tiene la forma de una definición: el primer hemistiquio es lo definido; el segundo, la definición. La forma métrica es la de dos hemistiquios heptasílabos con rima consonante. Su estructura, tradicional en los refraneros hispánicos, reproduce con los recursos del español una estructura del ablativo absoluto latino. Tiene escasos rasgos paremiológicos.

agrio
quítese el agrio a un limón, pero no se le extraiga el zumo
(F. 60).
Exclamación paremiológica en contrasentido cuyo primer hemistiquio manda o autoriza una cosa que no puede realizarse por prohibirlo el segundo: quitarle lo agrio a un limón sin sacarle el jugo. Se emplea para denunciar los contrasentidos de algunas situaciones.

agrura
¿p'a qué quiero más agruras, si con mi mole me basta?
(F. 110 y 130).
Dicho exclamativo que se aplica a situaciones problemáticas que se ven agobiadas por más problemas. Como todos refranes exclamativos, su inserción en el discurso es a través de mecanismos acústicos: en esta caso son las palabras "p'a qué?".

agua
agua, cielos, dijo un pato cuando volar ya no pudo
(F. 48 y 90).
Hermosa expresión paremiológica que, bajo una estructura exclamativo narrativa, denota una necesidad extrema simbolizada en la necesidad de agua. Los sonidos de esta palabra le sirven para insertarse en el discurso mayor en el cual funciona. Su función paremiológica es la del ornato. Tiene la forma de un cuarteto en versos tetrasílabos.

agua
agua le pido a mi Dios, y el resto a los aguadores
(F. 90 y 122).
Dicho exclamativo que se usa en contexto de una discusión con gente de segundo rango. El refrán dice que lo principal hay que tratarlo con la gente principal, los demás con los segundones. Es la formulación mitigada de un refrán que dice "agua le pido a mi Dios, y a los aguadores, nada" (F. 70 y 132). Tiene la estructura métrica de dos versos octosílabos, sin rima. El ritmo predominante es dactílico en el primer hemistiquio y trocaico en el segundo. Variante: "agua le pido a mi Dios, y pulque a los llanos de Apan" (F. 49).

agua
cuando se revuelve el agua, cualquier ajolote es bagre
(F. 49, 90 y 122).
Refrán exclamativo que dice que cuando las cosas andan revueltas hasta lo más insignificante es apreciado como si fuera de mucho valor. Este cambio de valores es simbolizado por un ajolote, anfibio oscuro parecido a una lagartija, que es tomado por un bagre, pez de agua dulce muy apreciado por su carne. Se dice cuando en una situación confusa alguien insignificante pretende valer. Tiene el mismo sentido paremiológico que el refrán: "cuando hace airee hasta la basura sube". "Ajolote" viene del náhuatl xolotl especie de monstruo acuático.

agua
el agua con todo y brida; la cebada con la silla
(F. 105).
Refrán charro que, bajo la forma de una instrucción, enseña como hay que alimentar a un caballo. En el uso del texto predomina el sentido directo y literal. La estructura métrica es la de dos hemistiquios octosílabos dotados de rima asonante.

agua
no debe moverse el agua cuando no se ha de beber
(F. 116).
Refrán que enseña que no se ha de agitar lo que no se puede o quiere afrontar. Rubio lo aplica a "cuando un hombre hace insinuaciones a una mujer con la cual no son posibles las relaciones". El refrán tiene el mismo sentido paremiológico que refranes españoles como "agua que no has de beber, no la pongas a hervir"; o bien, "déjala correr". Parte del supuesto de la tradición paremiológica española de que "agua que corre nunca mal coge", como dice Correas. El refrán tiene la forma de una prohibición en dos hemistiquios octosílabos asonantados. La estructura prohibitiva "no debe moverse.." es equivalente a estructuras como "no hay que + verbo".

agua
no hay que revolver el agua hasta que se enturbie
(F. 90 y 116).
Refrán en forma de prohibición que recomienda no calentar las situaciones al grado de hacerlas inmanejables.

agua
no se puede chiflar y beber agua
(F. 37, 64, 80 y 116).
Refrán de la serie "no se puede" en que se contraponen cosas que se excluyen entre sí: en este caso, chiflar mientras se bebe agua. Se usa en situaciones en que alguien quiere adjudicarse todo quedándose con cosas entre las que hay elegir.

agua
poco a poco se le saca el agua al coco
(F. 90 y 122).
Refrán que, mediante un ejemplo, aconseja la paciencia en todo: "la paciencia todo lo alcanza" dice el poema. Nada te turbe, de Santa Teresa. La tradición paremiológica hispánica, por lo demás, no sólo sabe que "poco a poquillo hace el pájaro su nididillo" sino que "poco a poco hila la vieja el copo" refrán español, este último, sobre el que la tradición mexicana construye nuestro refrán que, en efecto, reproduce las mismas aliteraciones con que abre y cierra.

agua
primero con agua, después sin agua, y al final como agua
(F. 116).
Frase paremiológica de cantina que describe la manera como se afronta la bebida alcohólica, el "vino" del folklore mexicano, desde el principio hasta que, al final, se es un alcohólico. Variante: "la primera con agua, la segunda sin agua y la tercera como agua" (F. 66 y 90).

agua
si el agua acaba con los caminos, ¿qué no hará en los intestinos?
(F. 66).
Como "primero con agua, después sin agua, y al final como agua", es un dicho de taberna que se presenta como una justificación para beber "vino", como se llama en el folklore mexicano a las bebidas embriagantes. El texto se estructura en torno a una rima consonante entre el primero y segundo hemistiquios. Los señalamientos de rima entre los miembros de un refrán se hacen por lo que significan para su índole de textos de transmisión oral. La rima, en efecto, es uno de los recursos mnemotécnicos en las culturas orales. No todos los refranes de que consta nuestro refranero tienen rimas consonantes: algunos de ellos ya nacieron en el seno de una cultura híbrida. Su ausencia, pues, indica la desaparición de uno de los universos en que surgieron y funcionaron los refranes: el de las tradiciones orales. Tiene la forma de una argumentación a partir de un ejemplo cuya función es provocar la inducción argumentativa en el interlocutor.

agua
solitas bajan al agua, sin que las hagan bajar
(F. 90 y 116).
Exclamación paremiológica que, en forma de sentencia, se suele aplicar, en general, a las mujeres en relación con el amor. Se basa en una transposición alegorizante que toma como referente a los animales de la sierra que, como los venados, bajan a beber agua del arroyo o del río, como dice la canción "El venadito". La forma femenina "solitas" orienta la interpretación hacia la mujer. El texto, estructurado en dos hemistiquios octosílabos asonantes, descansa sobre una aliteración en a .

agua
solitas bajan al agua, sin que nadie las arree
(F. 5, 66, 90, 106, 116 y 132).
Es una variante de " solitas bajan al agua, sin que las hagan bajar": significa lo mismo, tiene la misma función paremiológica y sus mismos rasgos formales. Variante: "solitos bajan al agua, sin que naiden los arríe" (F. 105).

aguacate
aguacate maduro, pedo seguro
(F. 21, 35, 90, 109, 116 y 122).
Refrán mexicano que, como dice Rubio, "alude a las propiedades carminativas del aguacate" y que circula tanto en el ámbito de los aguacateros y comerciantes, como en el de los alimentos. La palabra aguacate proviene de la palabra náhuatl uctl que significa testículo. El sentido literal del refrán coincide con su sentido paremiológico. Su estructura métrica está construida en dos hemistiquios en rima consonante de 7 y 5 sílabas, respectivamente. Se trata de un refrán en forma semiótica: su primer hemistiquio, el heptasílabo, funciona como significante en tanto que el segundo, el pentasílabo, hace las veces de significado.

aguacate
aguacates y muchachas maduran a puro apretón
(F. 66 y 90).
Refrán popular de índole sentenciosa y de enunciación exclamativa que enuncia la coincidencia entre la maduración del aguacate y la de una joven mujer: sendos apretones. El apretón propio del manoseo para captar la maduración de la fruta, con respecto a los aguacates, y el apretón efusivo proveniente del amor, en el caso de las muchachas. El refrán tiene la forma de una sentencia puramente constatativa. Se suele usar en medios rurales para afrontar situaciones de rudeza de la vida cotidiana femenina. La forma sentenciosa está construida sobre el ritmo y carácter métrico de sus hemistiquios. También circulan bajo la siguiente variante: "aguacates y mujeres maduran a puros apretones" (F. 70). Tiene su mismo sentido y funciones discursivas. Con respecto a la forma principal, esta variante ha perdido la forma sentenciosa por haber perdido el ritmo: en tanto que la forma principal tiene como base estrófica el octosílabo, el segundo hemistiquio de la variante ha perdido totalmente el sentido del verso y del ritmo. Véase el refrán mexicano "aguacate maduro, pedo seguro".

aguacate
cuates los aguacates, y no se hablan
(F. 66 y 90).
Juego de palabras, de índole exclamativa, cuyo único sentido lo da el casi sinsentido de la relación acústica entre "cuates" y "aguacates". El primer hemistiquio, en efecto, afirma que los aguacates son cuates o gemelos, el segundo, en cambio, asume la palabra "cuates" en sentido de "amigos". De allí el dicho "cuates los aguacates y no se hablan" que viene siendo, por eso, un juego de palabras. La palabra "cuate" proviene del náhuatl que significa tanto "serpiente" como "gemelo". La base del dicho es la palabra "cuates" que no sólo da pie al juego verbal sino que sirve de enlace acústico con el contexto textual en que se enclava y al rimar con aguacates produce un juego de sonidos.

aguardiente
quien con aguardiente cena, con agua se desayuna
(F. 66, 90 y 116).
Refrán tradicional que expresa el hecho de que quien se emborracha por la noche amanece crudo, como se llama al malestar que viene al día siguiente de una borrachera. Aunque el sentido literal del refrán coincide con su sentido paremiológico, se usa en situaciones en que se quiere prevenir abusos nocturnos. Tiene la forma de una sentencia y está estructurado en dos hemistiquios octosílabos.

águila
mejor que águila, aguilucho
(F. 116).
Refrán del mundo del hampa que significa, según Rubio, que "el que es águila toma parte activa en la comisión del robo, y el aguilucho no está con los ladrones en el momento de hacerse el robo, pero sí recibe la parte que le corresponde de lo robado". Por eso, "mejor águila que aguilucho".

agüita
la agüita agüita
(F. 90 y 116).
Expresión que se usa en algunas funciones paremiológicas a partir de la homonia entre "agüita", diminutivo de agua, y "agüita" del verbo agüitar. La frase significa que la lluvia menuda es tan molesta que, a la postre, fatiga.

ajeno
en lo ajeno cae la desgracia
(F. 90 y 116).
Refrán sentencia que expresa la convicción pesimista de que sobre las cosas ajenas, por alguna razón en nuestro poder, se cierne la desgracia.

alacrán
no hay que echarse alacranes al seno
(F. 90 y 116).
Frase popular que en forma de consejo de la clase "no hay que" expresa la conveniencia de no acercar a la propia intimidad personas que después puedan causar daño. Se usa en situaciones en que alguien produce daño a una persona traicionando su confianza.

alacrán
si ya se trabó el alacrán, ¿qué le temes a la araña?
(F. 48, 49 y 90).
Refrán basado en el tópico de quien puede lo más puede lo menos en una escala de paligrosidad en que el alacrán está por encima de la araña. Tiene la forma de una hermosa interlocución en dos miembros: el primer hemistiquio es una condición cumplida y formulada a manera de constatación equivalente a "puesto que ya se trabó el alacrán"; el segundo, en cambio, es una pregunta que expresa exclamativamente el sentido paremiológico del refrán: "¿qué le temes a la araña?".

alazán
alazán, si te lo dan; tostado, ni dado
(F. 90 y 116).
Refrán ranchero tradicional que denota poco aprecio por los caballos de pelo alazán o color canela y el todavía menor aprecio hacia los caballos de pelo color tostado o de color pardo. Accede a que se acepte el caballo alazán si es regalado. El caballo de pelo tostado, ni así. En las tradiciones paremiológicas hispánicas son muy frecuentes las opiniones contrarias sobre el "alazán tostado". Formalmente, el refrán consta de dos hemistiquios con rima en medio construidos, a su vez, según estructuras paremiológicas tradicionales. El primero es una sentencia condicional en que "alazán" rima con "dan"; el segundo, una frase apodíctica en que riman "tostado" y "dado".

alazán
alazán tostado, siempre colgado
(F. 90 y 116).
Refrán ranchero en estilo tradicional que aconseja, según Rubio, a tener al caballo alazán "siempre listo", aunque "colgar el caballo" signifique, según el mismo Rubio, tenerlo "sujeto por el cabestro a una argolla que pende de algún muro". Se usa, por lo general, sólo en su sentido directo. Formalmente, es una sentencia apodíctica estructurada en dos hemistiquios rimados.

alazán
alazán tostado, siempre ensillado
(F. 90 y 116).
Refrán equivalente a "alazán tostado, siempre colgado" (F. 90 y 116), que significa, en efecto, que el caballo alazán por ser tan bueno debe estar siempre ensillado. Como ese refrán, es formalmente también una sentencia apodíctica estructurada en dos hemistiquios rimados. También se conoce en la siguiente variante: "alazán tostado, tenlo siempre ensillado". (F. 48, 50 y 131).

alazán
para mí, alazán hormiga, dígase lo que se diga
(F. 90, 105 y 116).
Refrán que exalta las cualidades de los caballos alazanes. Su enunciación, exclamativa, permite dividirlo en dos partes que se relacionan entre sí como hemistiquios con rima consonante.

albanés
entre albaneses, brechar
(F. 116).
Dicho de tahúres que, según Rubio, "significa que entre los dados para jugar se meta un dado falso, que es lo que significa brechar". Se usa en situaciones en que se presume que todo mundo hace trampas o esconde algo. Es un consejo en forma de sentencia cuya prótasis indica la circunstancia problemática en tanto que la apódosis, el comportamiento aconsejado o sanción.

albañil
cuando todos albañiles, ¿quién da mezcla?
(F. 90 y 116).
Refrán cuyo sentido literal evidente sustenta un sentido paremiológico que lo hace apliable a situaciones en que todos quieren mandar. El refrán aconseja que cada quien tiene que tomar su lugar puesto que en una sociedad es tan importantes quien manda como quien obedece. Es un refrán ejemplo que está estructurado en dos partes la primera de las cuales es una prótasis que indica la circunstancia en tanto que la apódosis correspondiente está estructurada en forma de una pregunda: todo el conjunto es una parábola cuya interpretación se deja al interlocutor.

albino
un albino, es bueno; de dos, mejor; de tres, es malo, y de cuatro peor
(F. 122).
Refrán de caballos que se refiere al color blanco de las patas: un caballo albino es aquel alguna de cuyas patas es blanca. El refrán dice que el caballo en dos de sus patas es mejor; que el de tres patas albas es malo y que es peor el de cuatro. Como sucede en general con los colores de los caballos, se trata de una creencia que circula entre rancheros y charros. Tiene la forma de una sentencia.

albo
albo de una, será tu fortuna
(F. 90).
Refrán de caballos que expresa la creencia de rancheros y charros que el caballo que es albo de una pata es una "fortuna". El texto está estructurado forma de una sentencia en dos hemistiquios de cinco y cuatro sílabas, respectivamente, con rima consonante: "una", "fortuna". Su uso paremiológico está totalmente fincado en su sentido literal. Como sucede en una buena parte de los refranes mexicanos, la primera parte del refrán hace las veces de una prótasis que, por tanto, indica las circunstancias en que se culple lo enunciado por la segunda parte que hace las veces de apódosis o condicionado.

albur
albur del montón, todos al cabrón
(F. 36, 90 y 132).
Dicho en caló de tahúres. José Martínez Pérez lo explica así: "al tender las cartas de la baraja española en los albures, se colocan tres cartas diferentes sobre la mesa; la carta central es la del propietario del garito y nadie puede apostar a ella. Si gana el dueño del monte, forzosamente todos pierden, esto es, se van al cabrón, sitio muy lejano, según los que han ido". El dicho tiene dos partes, prótasis y apódosis, que riman consonánticamen.

albur
no hay albur sin vieja
(F. 49 y 116).
Refrán formulado en caló de tahúres. El albur tanto es un tipo de juego de cartas como es una expresión de doble sentido en la que bajo una significación inocua se oculta un sentido casi siempre de índole sexual. Como este refrán que bajo la forma de un dicho de jugadores de cartas, se dice que toda expresión alburera tiene como imagen de fondo una mujer.

albur
quien juega albur y gallo, es un caballo
(F. 90 y 122).
Refrán formulado en caló de tahúres. En el juego de baraja, se llama albur, según el Diccionario de María Moliner, a "las dos primeras cartas que saca el banquero en el juego del monte ". Gallo, en cambio, según Santamaría, es el "segundo albur en que el montero talla la carta de arriba, en vez de la de abajo", como en el primero. El refrán, dice Santamaría "alude al error de cálculo, tratando de ganar las dos paradas". Es, pues, una sentencia rimada en consonante que censura a quien quiere pasarse de listo: "caballo" es un transformación de "cabrón" con fines de rima.

alcoba
tener en la alcoba flores, da en la cabeza dolores
(F. 37).
Refrán constativo que expresa lo desaconsejable que es, por razones de salud, tener flores en la habitación donde se duerme. Tiene el mismo sentido paremiológico que el consejo "ten ventikada tu akcoba, que aire impuro salud roba". El texto está estructurado en forma de dos hemistiquios octosílabos con rima consonante.

alcohol
todo lo conserva el alcohol, menos los empleos
(F. 89, 90 y 116).
Dicho popular que, según Rubio, es una "adverrtencia a los empleados" borrachos.

alfiler
el alfiler siempre empalmado
(F. 90 y 116).
Dicho que en caló de rufianes aconseja llevar el puñal æel "alfiler"æ oculto en la manga de manera que se pueda hacer deslizar su empuñadura a la palma de la mano, cuando se lo requiera.

alimento
un alimento novedoso estimula el buen apetito
(F. 110).
Dicho sentencioso sobre cuyo sentido literal, evidente, se desliza un sentido paremiológico según el cual lo nuevo atrae como dice una inscripción en el coro de la iglesia del convento de san Marcos en León, España, que dice: "omnia nova placet" ætodas las cosas nuevas agradanæ.

aliviador
con el aliviador, ojo avizor
(F. 116).
Dicho formulado en caló de ladrones que recomienda tener cuidado con el ladrón a quien el resto de los ladrones de la banda entrega lo robado para después repartirlo -el aliviador -: el refrán recomienda vigilarlo.

alma
apenas les dicen "mi alma", y ya quieren su casa aparte
(F. 66, 90 y 132).
Refrán popular que, a partir de la ironía de las súbitas pretensiones matrimniales de la mujer a quien se le ha dicho alguna flor, se refiere, en general, a las situaciones en que alguien, tras un halago, quiere inmediatamente más. Tiene la forma de una declaración constativa cuyas dos partes están concatenadas como una secuencia cronológica: "apenas" "y ya". Su enunciación es preferentemente exclamativa. Variantes: "apenas le dicen 'mi alma', y ya quiere su casa aparte" (F. 12); "apenas les dicen 'mi alma', y ya están pidiendo al cura" (F. 122); "apenas les dicen 'mi alma', y ya están pidiendo casa" (F. 90 y 122); "apenas les dicen 'mi alma' y ya están pidiendo cura" (F. 90); "apenas les dicen 'mi alma' y ya quieren casa aparte" (F. 35 y 116).

altivez
con altiveces no logras lo que alcanzas con cariño
(F. 35, 90 y 116).
Expresión exclamativa que, a decir de Rubio, "reprueba las intemperancias como medio para adquirir lo que se desea". Tiene la forma de un reclamo estructurado quiásticamente en que se oponen los extremos y los centros: "con altiveces", en un extremo, se contrapone a "con cariño", en el otro extremo,; lo mismo que los centros "no logras" y "lo que alcanzas" se corresponden por contraposición. "Altiveces", un plural no usado, es una caricatutrización de una postura vista como actitud tal vez de clase. El texto consta de dos hemistiquios octosílabos que da al conjunto un estilo sentencioso y paremiológico.

amante
dime quién es tu amante, y te diré quién la mantiene
(F. 116).
Paráfrasis del refrán español "dime con quien andas y te diré quien eres" en la que el interlocutor del enunciador es un hombre: el refrán parte del supuesto de que un amante mantiene a su amante que es una mujer. En el español de México se llama "amante" a quien extramatrimonialmente mantiene relaciones conyugales. El refrán está estructurado a la manera de una adivinanza o acertijo: el "dime" es seguido de un rasgo significante, en la primera parte, y el "te diré" de su significado, en la segunda. La estructura "dime y te diré", por lo demás, es clásica en la paremiología en la paremiología hispánica. Variante: "dime quién es tu amante, y te diré quién lo mantiene" (F. 35), supone que el interlocutor del enunciador es una mujer y se está hablando de su amante varón.

amarilla
cuando ostabes amarillas, no degüelles
(F. 90 y 116).
Dicho que en caló de los ladrones significa, según Rubio, recomienda que "cuando se robe un reloj del bolsillo, no se desprenda de él la cadena". En el referido caló la "amarilla" es el reloj de oro, en tanto que "ostabar" es robar y "degollar" es arrancar la cadena del reloj.

amarilla
si te cogen con la amarilla, suéltale la rienda
(F. 90 y 116).
Consejo que en caló de ladrones significa que si te sorprenden robando un reloj de bolsillo, suelta la cadena. En el referido caló la "amarilla" es el reloj de oro, en tanto que "rienda" es la cadena del reloj. Tiene la forma de una frase condicional: el primer miembro del refrán contiene la condición, la segunda, lo condicionado.

amigo
amigos hasta morir, pero de prestarte, nada hay que decir
(F. 66 y 90).
Refrán popular que asienta categóricamente que una cosa es la amistad y otra, muy distinta, son las cosas relacionadas con los negocios, como el dinero. Se emplea cuando alguien aduce razones de amistad para lograr un beneficio de otra índole. Está estructurado en forma de un verso con dos cesuras que le da la apariencia de una estrofa tres versos desiguales con rima oxítona del primero y el tercero. Variante: "amigos del camino, pero no del itacate" (F. 12).

amigo
a tu amigo pela el higo, y a tu enemigo, el durazno
(F. 12).
También circula bajo las siguientes variantes: "a tu amigo móndale el higo, y a tu enemigo, el durazno" (F. 110) o bien "a tu amigo pélale el higo, y a tu enemigo, el durazno" (F. 35, 37, 89, 90, 116 y 122), en la primera de las cuales se substituye "mondar" por "pelar" y en ambas se agrega el enclítico "le". Desde luego, de las tres variantes la que parece más genuina, desde el punto de vista de la oralidad es la de arriba: está estructurada en base al ritmo

amigo
el amigo sin dinero, ni lo busco ni lo quiero
(F. 35).

amigo
el más amigo es traidor, y el más verdadero miente
(F. 35, 90 y 116).
Refrán que expresa una desconfianza general hacia las personas a base de dos colmos: amigo-traidor y verdadero-miente. Si lo distintivo del amigo es la fidelidad, lo esencial de quien es "verdadero" -en el sentido de veraz- es decir la verdad. El refrán, de hecho, funciona por imágenes: lo contrario de amigo es enemigo que, por razones de eufonía se substituye por "traidor", más espectacular y de acuerdo con el ritmo del verso. "Verdadero" es una substitución que se da en el habla popular del vocablo más culto y apropiado "veraz". Variante: "el más amigo es traidor, y el más verídico miente" (F. 66 y 132).

amigo
muy pocos amigos tiene el que no tiene qué dar
(F. 35 y 116).
Refrán que, en tono pesimista, sentencia lo interesado que suele ser la amistad. Se usa en situaciones en que alguien es abandonado por supuestos amigos. Está estructurado en forma de una sentencia en dos hemistiquios octosílabos construidos sobre un paralelismo antitético entre "pocos ... tiene" y "no tiene que dar".

amistad
más te vale amistad de banastero que consejo de brequensor
(F. 116).
Refrán de presidiarios que, en terminología de gitanos, valora en más, en la práctica, la amistad del preso con su carcelero ("banastero") que los consejos del abogado defensor ("brequensor"). El refrán se organiza, bajo la forma de una tasación una de las formas más tradicionales de la paremiología hispánica, una oposición entre lo que "más vale" del primer miembro del refrán, que suele ser aparentemente menos aconsejable, y lo propuesto por el segundo, aparentemente más aceptable: el consejo de un abogado. Este tipo de refranes combaten apariencias muy valoradas por algunos medios sociales, con cosas prácticas.

amor
amor de lejos, es de pendejos
(F. 66, 70, 90 y 132).
Refrán popular que enseña lo falso que es el amor entre personas alejadas. Se aplica en todas las situaciones y formas de lejanía amorosa. Tiene la forma de una sentencia formulada en dos hemistiquios pentasílabos con rima consonante. Se atiene a los moldes tradicionales en la paremiología hispánica. También se enuncia como "amor de lejos, es de pen... sarse" (F. 66 y 90), que funciona como una ingeniosa variante en que, bajo la forma de un refrán de cabo roto, se sustituye por eufemisno la palabra "pendejos" por "pensarse", enunciado de tal manera los puntos suspensivos que "pen" evoque automáticamente en la mente del oyente el vocablo "pendejos" que, por ello mismo, encuentra sorprendentemente ingeniosa la terminación que en vez de ello escucha: "sarse".

amor
amor no quita conocencia
(F. 90, 122 y 123).
Expresión familiar que sentencia, como dice Santamaría, "que la estimación o simpatía no son óbice para juzgar acertadamente de una persona".

amor
amor viejo, ni te olvido ni te dejo
(F. 66, 90, 116 y 132).
Refrán exclamativo que en forma interlocutiva expresa la convicción de que un viejo amor ni se olvida ni se deja: es imborrable. Estructurado en dos partes, rima en forma consonante la primera con la segunda parte.

amor
amor viejo y camino real, nunca se dejan de andar
(F. 90, 113 y 116).
Refrán que, bajo la imagen de un viejo amor y de un camino real, asienta que a cosas como esas siempre se regresa como a un sitio seguro. Pues, como dice una canción mexicana, "un viejo amor, ni se olvida, ni se deja". Enunciado en forma de una sentencia de estructura bimembre en donde los hemistiquios, de base de enunciación octosílaba, hay una relación de asonancia entre ambos. Se aplica a las situaciones análogas a una vieja querencia.

amor
con amor y aguardiente, nada se siente
(F. 37, 90 y 116).
Refrán popular que asienta que el amor, como una borrachera, hace olvidar todo lo demás. Se aplica a situaciones en que se juntan el amor y algún tipo de desventura. Estructurado en forma de una sentencia bimembre, sus hemistiquios, un octosílabo y un penstasílabo, riman entre sí en forma consonante.

amor
cuando el amor es parejo, están de más los elotes
(F. 90 y 116).
Refrán popular que, valiéndose del parecido acústico entre sendas expresiones "los celos" y "los elotes", establece que cuando dos personas se quieren bien en todas las circunstancias no hay espacio para los celos. El vocablo "elote" proviene de la voz náhuatl _l_tl que designa la mazorca tierna del maíz. Se aplica como una reclamación en situaciones de celos.

amor
de amor, caldo, y de caridad, frijoles
(F. 66, 90 y 132).
Expresión paremiológica que indica, con despecho, como dice José Martínez Pérez, "que los afectos brindados por alguien que ahora es odiado, no tienen valor para quien habla". En la manera en que se encuentra no es una oración: carece de verbo en forma personal. Sin embargo, también circula bajo la forma de una oración: "yo les pido de amor caldo, y de caridad frijoles".

amor
el amor de los pobres es como el espinazo de puerco: pelado, pero muy sabroso
(F. 66, 90 y 110).
Frase paremiológica que expresa lo que enuncia basándose en el doble sentido de la palabra "pelado" que, entre otras cosas, significa tanto a algo que no tiene pelo o cáscara como a quien suele decir o hacer groserías: el espinazo de puerco es "pelado" en el primer sentido, el amor de los pobres lo es en el segundo. El refrán asienta que tanto uno como el otro son muy sabrosos. Se aplica a situaciones de amor poco convenientes según cierta etiqueta. La forma del refrán es la de una exclamación. Variante: "el amor de pobre es como el espinazo de puerco: pelado, pero sabroso" (F. 70).

amor
el amor de un yerno y el sol de invierno, tienen el mismo calor
(F. 12).
Refrán que expresa, con la comparación entre el amor del yerno y el sol de invierno, la frialdad que suele existir entre el yerno y sus suegros. Se aplica a las situaciones que tienen lugar en el parentesco del yerno. La forma del refrán es la de una sentencia cuyo arte verbal tanto como su estructura semántica están fincados en la rima consonántica entre "yerno" e "invierno" que hace prevalecer la imagen del frío.

amor
el amor es como el frío: al más perdido le carga
(F. 90 y 116).
Refrán popular de enunciación exclamativa que asienta que el amor, como el frío, lo sienten más fuerte los más pobres. O, como dice Rubio, "el hombre pobre, el que cuenta con menos elementos para el sostenimiento de su vida, es el más enamoradizo". Se aplica a situaciones en que contrasta el profundo enamoramiento con la escasez de posibilidades del enamorado. El refrán tiene la forma de una sentencia; en el discurso es capaz de desempeñar las funciones de un ejemplo cuya fuerza argumentativa procede por la vía de la inducción. Variante: "el amor es como el frío: al más pobre se le carga" (F. 37).

amor
el amor es como los pasteles, que recalentados no sirven
(F. 90 y 116).
El amor producto de la reconciliación es siempre inferior al amor que no ha tenido de ella, como el pastel recalentado con respecto al pastel recién horneado. Se aplica a situaciones de amores reconciliados. El refrán se sustenta en un tópico de la tradición paremiológica hispánica que asienta "ni amigo reconcialiao, ni pastel recalentao". El primero pierde su sabor, los segundos, la confianza: dice Sbarbi, a propósito del refrán español "ni guiso recalentado ni amores reconciliados". El refrán mexicano recurre a la forma y funciones discursivas de un ejemplo y ha perdido el ritmo y la rima propios de un universo de oralidad pura como sus ancestros españoles.

amor
el amor y la felicidad no se pueden ocultar
(F. 12).
Dicho popular que significa lo que enuncia. Se aplica en cualquier situación de amor. Tiene la forma de una declaración sentenciosa producto de una constatación.

amor
el que padece de amor, hasta con las piedras habla
(F. 90 y 116).
Refrán que expresa el estado de convulsión y de semilocura del enamorado. Se aplica a las mil y una "locuras" de cualquier enamorado. Es un refrán de la forma "el que" una de las más tradicionales de la paremiología hispánica. El primer miembro del refrán expresa la situación sancionada por la segunda. El refrán está construido en forma de dos octosílabos sin rima. Sanciona situaciones de enamorados.

amor
es por demás batallar cuando el amor no empareja
(F. 90 y 116).
Refrán popular de índole exclamativa que sentencia cuán inútil es la insistencia cuando el amor no es correspondido. Se aplica, precisamente, a situaciones de amor no correspondido. Está estructurado en forma de dos hemistiquios octosílabos.

amor
los amores entran jugando y salen llorando
(F. 66).
Declaración paremiológica que enuncia lo festivo y lúdico del amor que comienza y lo doloroso del amor que termina. Se aplica a situaciones de los finales de amores. Está estructurado en forma de una horquilla o "y griega" cuyo tronco o pata está constituida por la frase sujeto "los amores" que se bifurca en dos predicados que, a la vez, se oponen y riman. Hay oposición tanto entre "entrar" y "salir" como entre "jugando" y "llorando" elementos estos últimosque, a la vez que se oponen, riman entre sí: "entran jugando" y "salen llorando" son pentasílabos mixtos.

amor
ni amor al mundo ni piedad al cielo
(F. 66, 90, 116 y 132).
Frase exclamativa que, según Rubio, es un "chispazo de soberbia por efecto del cual damos a entender que no le pedimos nada a nadie".

amor
ni amor reanudado ni chocolate recalentado
(F. 66, 70, 90, 110, 116 y 132).
El amor interrumpido que luego reemprende mediante la reconciliación es siempre inferior al amor sin nudos que ha ido creciendo más y más, de forma ininterrumpida, sin tener que volver a anudarse; sucede en él como con un guiso, un pastel o un chocolate recalentados: son de segunda. Se aplica a situaciones de amores reconciliados. Váse lo dicho a propósito del refrán "el amor es como los pasteles, que recalentados no sirven". En este caso, se trata de un refrán de estructura "ni ni" en donde cada una de las frases en "ni" es el miembro de una comparación: el amor reanudadso es comparado al chocolate recalentado. Los dos miembros del refrán, de tamaño desigual, tienen una rima consonante. Variante:: "ni tamal recalentado, ni amistad reconciliada" (F. 5).

amor
no te hagas como el amor cuando empieza
(F. 90 y 116).
Refrán exclamativo que insta a no hacerse tonto como el amor nuevo que todo lo disimula. Está basado en la frase "no te hagas", del habla popular mexicana que, por reticencia retórica, omite la palabra "pendejo". El refrán es la resultante, pues, de la sustitutición de la palabra agresiva "pendejo", tan querida del habla popular mexicana, por la frase metaforizante "como el amor cuando empieza": el resultado es una bonita y hasta poética sustitución de un vulgar "no te hagas pendejo" en "no te hagas como el amor cuando empieza".

amor
para amores que se alejen, busca amores que se acerquen
(F. 116).
Amor con amor se cura y un amor viejo se renueva con uno nuevo. Refrán construido sobre un tópico de la paremiología hispánica que no sólo asienta que amor con amor se paga sino que un nuevo amor cura las heridas de un amor ya gastado: "amores nuevos olvidan viejos", dice el refranero del Comendador. Y nosotros decimos, dice Rubio, "Cataplasmas del olvido / con fomentos de otro amor; / pero seguido, seguido, / hasta que calme el dolor". Se emplea en situaciones dolorosas por abandono de amor. El refrán, en forma de una receta según el esquema del mal-remedio, está estructurado en dos hemistiquios octosílabos en rima asonante construidos simétricamente.

amor
¡ser poco el amor, y que se vaya en celos!
(F. 122).
Exclamación paremiológica de tipo popular que dice que los celos son malos. El amor asume la figura de un caudal: el texto insta a no malgastarlo.

Amozoque
lo que sobra en Amozoque: guitarras y quien las toque
(F. 5).
Dicho local de Amozoc, Puebla,que dice lo que enuncia. Amozoc aparece en el refranero mexicano tanto en este dicho como en la expresión paremiológica "acabar como el rosario de Amozoc", para decir que algo acabó mal. Variante: "lo que sobra en Amozoque: jaranas y quien las toque"(F. 5). La jarana, como se sabe, es una especie de "guitarra pequeña", a decir del Diccionario de mejicanismos de Santamaría.

ancho
no hay que fijarse en lo ancho de la puntada, sino en lo fuerte de la costura
(F. 90 y 116).
Refrán que aconseja que hay que atender a lo principal antes que a lo accesorio. Se emplea en todas las situaciones en que alguien se anda por las ramas en ves de ir al grano. Bajo la estructura "no hay que.." se esconde un consejo negativo que por su formulación se acerca a una prohibición. Los refranes "no hay que..", en efecto, abundan el refranero mexicano e instan a no hacer algo absurdo o a evitar algo en las circunstancias enunciadas en el mismo refrán.

ángulo
si el ángulo del ojo comprimieres, el estornudo impedirás si quieres
(F. 89).

angustia
en las angustias, caricias
(F. 116).
Refrán que dice lo que enuncia. Se emplea, desde luego, en situaciones catalogables como angustiosas. Tiene la forma de una receta que prescribe lo que ha de hacerse en situaciones angustiosas: el remedio son las caricias. La forma es lacónica y ostenta el estilo sentencioso de la más antigua tradición paremiológica.

animal
al animal que se encuarta, no le llegues con la cuarta
(F. 49).
Refrán ranchero que aconseja no golpear con la cuarta o fusta al animal que está maneado o con las patas delanteras enredadas. Es un refrán consejo que se aplica a las circunstancias por él enunciadas. Obviamente, hay rima consonántica entre los dos octosílabos que lo constituyen.

animal
animal jalado, ni en lienzo pasa
(F. 49).
Refrán ranchero que expresa lo inútil que es jalar un animal para que pase por alguna parte. El refrán dice que ni haciendo lienzo pasa. "Hacer lienzo" significa en el argot de las charreadas o jaripeos la formación en fila de jinetes para obligar a una res a correr en la dirección deseada. Según el refrán ni aún así pasa un animal al que se jala parta su conducción. La forma es la de una sentencia elaborada con una especie de ablativo absoluto, en el primer hemistiquio, y una sentencia apodíctica, en el segundo. Su estructura métrica es la dos hexasílabos irregulares sin rima.

ansia
p'a las ansias de la muerte, la pachorra del enfermo
(F. 131).
Refrán popular que expresa, en forma de una receta, que todo, hasta la muerte, tiene su antídoto. En dos octosílabos sin rima, el refrán se estructura a la manera del mal ­ remedio.

año
año bisiesto, ni aquello ni esto
(F. 116).
Refrán meteorológico o de almanaque que dice que en un año bisiesto no hay que esperar nada bueno. Esto va muy de acuerdo con las otras vertientes de la tradición paremiológica hispánica que tienen también una opinión definitivamente catastrófica del año bisiesto. De ella, Correas recoge un par de refranes: "año de pares, o bisiesto, nunca bueno" y, en el mismo sentido, "año bisestil y año de pares, año de azares": el año bisiesto es malo y, en general, está lleno de fatalidades. Y Rubio cita: "año bisiesto, entre el hambre en un cesto". Nuestro refrán está estructurado en horquilla y tiene una serie de rasgos formales que denotan su antigüedad: el más importante es la rima consonante entre las dos ramas de la horquilla

año
año derecho, no necesita barbecho
(F. 48, 85 y 90).
Refrán ranchero que sentencia que un año afortunado de cualquier manera produce y, por tanto, hasta sin sembrar se cosecha. Tiene, pues, el mismo sentido paremiológico que el refrán "de que el año viene bueno, comoquiera que esté el surco". El adjetivo "derecho" calificando a año, designa un año afortunado: cuando es así, hasta operaciones tan elementales como el barbechar salen sobrando. Es un refrán meteorológico que se aplica a los comienzos de año. Está estructurado en dos hemistiquios rimados: pentasílabo, el primero; octosílabo el segundo. El primer hemistiquio tiene la función de un ablativo absoluto que expresa en forma apodíctica la condición de la sentencia expresada por el segundo hemistiquio.

año
de que el año viene bueno, comoquiera que esté el surco
(F. 35, 90 y 116).
Refrán meteorológico de índole ranchera que expresa que si el año es bueno no son tan importantes las actividades relacionadas con la siembra. Es un refrán de año nuevo. Tiene el mismo sentido paremiológico que el refrán "año derecho, no necesita barbecho". Su forma es la de una sentencia circunstanciada por la expresión "de que", muy propia de la paremiología mexicana, que equivale a un "cuando" cuya consecuencia, expresada en el segundo hemistiquio, es absolutamente inequívoca: tendrá lugar irremediablemente. Por lo general, dicha consecuencia expresa un absurdo en relación con la experiencia cotidiana como en nuestro refrán o en los demás refranes "de que.." como "de que la perra es brava, hasta a los de casa muerde".

año
no se hacen tantas al año, cuantas se pagan a la semana
(F. 90 y 116).
Refrán popular que, según Rubio, quiere decir "que las malas acciones que se cometen se pagan muy pronto, cuando menos se piensa". Se aplica como forma de censura a una acción que es catalogada de mala. El refrán descansa tanto en la contraposición entre año y semana, como en la correspondencia entre "hacer" y "pagar".

año
si este año has de levantar, aunque dejes de sembrar
(F. 116).
Refrán meteorológico, de origen ranchero y de índole predestinacionista, que asienta que si ya está establecido que el año será bueno y que se ha de levantar cosecha, se levantará aunque no se siembre. Se aplica en situaciones de incertidumbre como una manera de afianzar la convicción tópica de que todo está en manos del destino. Formalmente, pertenece a los refranes condicionales: el primer hemistiquio expresa la condición en tanto que el segundo, donde se esperaría lo condicionado, expresa en forma absoluta que ello sucederá al margen de cualquier otra circunstancia.

año
si los años hicieran sabios, no habría viejos tontos
(F. 90 y 116).
Refrán de origen juvenil, según Rubio, que significa lo que enuncia. Contradice la convicción popular, que funciona como tópico en la cultura mexicana y en muchas otras, de que a la vejez va aparejado un cierto tipo de sabiduría. En el refrán predomina una enunciación exclamativa reforzada por el hecho de estar estructurado como una deducción en forma hipotética. Las dos partes de que consta, no tienen rima ni se atienen a un mismo patrón rítmico.

año
veinte años y veinte pesos no duran toda la vida
(F. 90 y 116).
Refrán de principios del siglo XX que asienta, bajo el símbolo de un billete de veinte pesos a principios de ese siglo XX, que la juventud no dura para siempre. Se aplica a las situaciones catalogables como de derroche juvenil. Está estructurado en forma de una sentencia, en dos hemistiquios octosílabos, sin rima y en un ritmo trocaico dominante

aparejo
no hay que matarse con aparejo ajeno
(F. 49).
Refrán ranchero que aconseja en forma sentenciosa que no hay que dejarse aplastar por apuros ajenos. Puesto que el refrán aconseja, por una especie de ladinismo laboral, no apurarse tanto en trabajos ajenos, supone que uno es el cuidado y esmero que se debe tener en sus propios negocios y otro el empeño que se debe tener por los ajenos: si por lo propio no es mal visto matarse, sí lo es matarse por intereses ajenos. Forma parte de los refranes "no hay que" estructura que esconde un consejo negativo cercano a una prohibición. Los refranes "no hay que.." instan, en efecto, a no hacer algo absurdo o a evitar algo en las circunstancias enunciadas por el refrán.

apetecer
todo aquello que apetezco, es lo que menos merezco
(F. 37).
Frase semiculta, de probable origen religioso, que expresa, en dos octosílabos rimados, que las cosas más apetecidas son las menos merecidas.

aprender
hay que aprender a perder, antes de saber jugar
(F. 35, 90 y 116).
Dicho de jugadores, principalmente de cartas, destinado a quienes teniendo la afición a jugar no saben perder. El dicho expresa que el aprendizaje de cualquier juego, y en especial el de los juegos de azar, debe incluir también aprender a dominarse cuando se pierde. Se aplica en situaciones de inconformidad por haber perdido en un juego o, en general, en cualquier tipo de competencia. El dicho está formulado en forma de una sentencia performativa de tipo "hay que", en dos hemistiquios octosílabos paralelos en donde hay una serie de correspondencias propuestas entre "aprender" y "saber" , por una parte, y entre "perder" y "jugar", por otra.

apurar
no te apures, p'a que dures
(F. 116).
Refrán popular que recomienda, en forma de un consejo, no dejarse agobiar por las apuraciones diarias a fin de tener una larga vida. Consta de dos hemistiquios tetrasílabos con rima consonante. También circula en estas tres variantes: "no se apure, p'a que dure" (F. 66), "no se apure, para que dure" (F. 132) y "nunca te apures, para que dures" (F. 66 y 90).

aquileño
al aquileño, bedarlo
(F. 116).
Dicho de ladrones que, según Rubio, significa que al que se le ven dotes de ladrón hay que adiestrarlo.

araña
cada araña por su hebra y cada lobo por su sierra
(F. 98).
Refrán popular que sentencia que cada quien debe ocuparse de sus cosas y no meterse en las de los demás de la misma manera que cada quien tiene sus lugares por donde anda. Está estructurado en forma de dos frases simétricas, octosílabas, unidas entre sí por el nexo conjuntivo "y". Se usa para disuadir a alguien de meterse en asunto extraños.

araña
no hay araña que suba a media pared
(F. 37).
Dicho que dice, con poca verdad, que las arañas no son capaces de elevarse del suelo. De hecho, es idéntico, cambiando de insecto, a otro que dice: "no hay pinacate que suba media pared". El sentido paremiológico, empero, del refrán del individuo de poca monta, insignificante, bicho social equiparado a una araña y se dice de él que siempre se arrastrará por el suelo y no pasará de media pared. "Araña" tiene en el habla popular mexicana un sentido despectivo.

araña
nunca las arañas mean, ni los pericos maman
(F. 116).
Refrán popular que sentencia que cada quien tiene su rango. Se aplica a situaciones en las que alguien quiere meterse a empresas más allá de sus posibilidades. Como "araña" también "perico" tiene aquí un sentido despectivo. El adverbio "nunca" da al refrán un alcance universalizante y absoluto. Desde el punto de vista métrico el segundo hemistiquio está cojo.

araña
nunca las arañas mean, porque se chorrean las patas
(F. 66, 90, 116 y 132).
Significa lo mismo y tiene el mismo sentido paremiológico que el dicho "nunca las arañas mean, ni los pericos maman" que, de hecho, es una derivación de nuestro refrán. En primera instancia, significa lo que enuncia. En segunda, también este refrán se aplica a situaciones en las que alguien quiere meterse en cosas muy por encima suyo. Mejor que en ningún otro texto, aquí "araña" tiene aquí un sentido profundamente despectivo. Se aplica al individuo rastreo falto de todo que, por tanto, es equiparado a un bicho rastrero. El adverbio "nunca" sirve para dar al refrán un alcance universalizante y absoluto. Y, al contrario de lo que pasa en el referido refrán "nunca las arañas mean, ni los pericos maman", aquí embona perfectamente el segundo hemistiquio con el primero: la enunciación popular del refrán ñp hace constar de dos octosílabos.

árbol
no hay árbol de tortillas
(F. 12).
Dicho que expresa que todo cuesta: que para poder comer, aunque sean tortillas, el más humilde de los alimentos mexicanos, hay que trabajar, porque no hay árbol cuyo fruto sean tortillas. Se usa en situaciones en que por alguna razón se quiere enfatizar que nada es gratis. Está formulado en forma de una sentencia apodíctica.

árbol
no hay árbol viejo que no tenga el corazón hueco
(F. 90 y 116).
Según Rubio, se trata de una "sátira contra un hombre corpulento, juzgándole incapaz de cualquier acto que implique arrojo, valor, resolución.."

árbol
todo árbol es madera, pero el ocote no es caoba
(F. 49).
Este refrán manifiesta que, pese a la coincidencia fundamental en la condición humana, hay grandes diferencias entre individuo e individuo debida a su distinta extracción social: no todos están al mismo nivel. Se emplea ya cuando se quiere remarcar las diferencias de clase a una persona que parece olvidarlas, ya cuando se quiere prevenir contra la tendencia a no apreciar la calidad en las cosas. Tiene el mismo sentido paremiológico que el refrán: "aunque todos somos del mismo barro, no es lo mismo bacín que jarro". El ocote -del náhuatl ocotl, pino- es la más humilde de las maderas y, por ende, representa lo corriente; la caoba, en cambio, es el símbolo de las maderas de buena clase: representa la calidad.

arcial
más vale un buen arcial que fuerza de oficial
(F. 105).
Refrán ranchero que tiene el mismo sentido paremiológico que el refrán español "más vale maña que fuerza". Para ambos, más vale la destreza que la violencia en cualquiera de sus formas. "Arcial" es un vocablo derivado, por corrupción, de "acial" que es el utensilio con que se tiene quieto el caballo mientras se lo hierra. Variante: "vale más un buen arcial que fuerza de oficial" (F. 90 y 116).

arción
para colear, arción corta; para el pueblo, arción mediana, y para el camino, larga
(F. 90, 105 y 116).
Refrán ranchero conservado en el mundo de la charrería que significa lo que enuncia. Indica, a quien monta a caballo, de qué tamaño debe ser la correa de que pende el estribo, o "arción", en tres situaciones diferentes. "Arción" es un vocablo derivado por corrupción de la palabra ación, como se llama a la correa de que cuelga el estribo en la silla de montar. El refrán adopta la forma de un recetario que prevé tres situaciones distintas: "colear", ir al pueblo y hacer camino largo.

arco
con sólo coger el arco, se conoce el que es buen meco
(F. 90, 116).
Refrán popular estructurado en forma de una semiosis cuyo primer miembro indica un signo que conduce a identificar al personaje referido en el segundo. En este caso, ser hábil con el arco es rasgo característico de un buen indio o "meco", sinónimo de indio chichimeca y, en general, de individuo vulgar. En el refranero mexicano hay varios refranes semióticos.

arco
en el arco, tan inútil queda la cuerda muy tirante como la muy floja
(F. 60).
Aforismo proveniente probablemente del ámbito militar o entre los expertos en el arco y la ballesta, que simplemente dice lo que enuncia.

argolla
tener argolla es tener miedo
(F. 116).
Expresión que no requiere de ninguna explicación. Es una fórmula metalingüística que simplemente explica lo que significa la expresión vulgar "tener argolla". En, efecto, el habla vulgar "entrarle a uno argolla" significa entrarle miedo.

Aristóteles
Aristóteles dijo que un buey voló; como puede ser que sí, puede ser que no
(F. 35 y 116).
Dicho que se emplea para expresar, no sin un dejo de burla, la incredulidad sobre algo que se cuenta como ya sucedido o por suceder. Está elaborado en forma de un simple juego de palabras. Variante: "según Aristóteles, un buey voló; como puede que sí, puede que no" (F. 66 y 132).

árnica
el árnica ni pinta ni da color
(F. 12).
Expresión común y corriente que asienta que entre las propiedades del árnica típica -la mentzelia conzatti que abunda en Oaxaca- no está la de pintar al contrario del "árnica del país" -la heterotheca inuloides- con la cual se prepara una tintura alcohólica. En sentido figurado "el árnica ni pinta ni da color" es una expresión que se usa para descalificar a alguien de manera absoluta tomando como pretexto la árnica.

aroma
hay muchos aromas en las comidas; el que complace el paladar es bueno
(F. 110).
Frase de origen culto que teoriza sobre el sabor de la comida y que significa lo que enuncia.

arranque
el arranque es duro, pero no muy seguro
(F. 90 y 116).
Refrán ranchero de corredores de caballos que significa, en sentido literal, que el arranque en una carrera de caballos es el momento más problemático y, en sentido paremiológico, que todos los comienzos son difíciles. El texto está estructurado en dos hemistiquios relacionados entre sí mediante rima consonante. Por lo demás, este es un caso típico en que un refrán, tradición oral por excelencia, pierde el ritmo por funcionar en una cultura híbrida, entre lo oral y las otras formas como lo escrito y lo visual: el segundo hemistiquio debiera decir "y no muy seguro". El "pero" adversativo del segundo hemistiquio está fuera de lugar por incoherente. Tiene la forma de una sentencia.

arrendador
el arrendador, bien amaestrado
(F. 90 y 116).
Dicho de ladrones que asienta que el que compra cosas robadas, el "arrendador" debe estar bien instruido sobre ellas. No suele tener un uso metafórico. Su forma es la de una sentencia que enuncia apodícticamente el sujeto de que se habla en la enunciación: la segunda parte del dicho es la sentencia que sobre él se emite.

arrierito
cuando el arrierito es malo, le echa la culpa a los burros
(F. 90 y 116).
Refrán popular que en sentido literal dice lo que enuncia y cuyo sentido paremiológico sentencia que cuando alguien es inepto le hecha la culpa a lo que sea, con tal de salir bien librado. Se usa en situaciones de ineptitud justificada. Tiene la forma de una sentencia. En el refranero mexicano, no sólo el mal "arriero" , sino la mala partera y aún el escribiente malo tienen a quien echarle la culpa: El primer miembro del refrán ubica al profesional malo -arriero, partera, escribiente-; el segundo, en cambio, al culpado -burros, mulas, mulo, parturienta y hasta al culo-. Los dos miembros que conforman este refrán son octosílabos y no riman entre sí. De este refrán hay al menos tres variantes: "de que el arriero es malo, le echa la culpa a los burros" (F. 89); "cuando el arriero es malo, le echa la culpa al macho" (F. 105); "cuando el arriero es pendejo, le echa la culpa a las mulas" (F. 116). El intercambio del "cuando" por el "de que"; la sustitución de "arriero" por "arrierito" no sólo para introducir un diminutivo despectivo sino por razones de ritmo, para completar el octosílabo; el cambio del culpable: de los "burros", pasa al "mulo" y de aquí a las mulas. De hecho, como se sabe, la arriería, ese medio de transporte usado en México hasta la primera mitad del siglo XX se llevaba a cabo mediante mulas y mediante burros: las mulas constituían hatajos y los burros, chinchorros.

arriero
arriero que vende mula, o tira coz o recula
(F. 38 y 90).
Refrán que sentencia que un arriero no vende sus mulas sino cuando tienen algún defecto grave. En este caso: o tira coz o recula. Se emplea para situaciones en que se sospecha que de tras de una operación inocente puede ocultarse un grave inconveniente. El texto está estructurado en forma de dos hemistiquios octosílabos rimados. Desde el punto de vista sintáctico, el refrán tiene un inconveniente: gramaticalmente el sujeto de "tira coz o recula" es "arriero"; lógicamente, en cambio, el texto se refiere a la "mula" que es puesta en venta.

arriero
buen arriero o mal arriero, la cama tiende primero
(F. 90 y 122).
Refrán procedente de la arriería que sentencia que el arriero, sea bueno o malo, lo primero que hace es tender su cama para descansar de sus largas caminatas. En sentido paremiológico el refrán se refiere al hecho de que para todo ser humano lo primero es construir una casa donde descansar de la brega cotidiana. Se usa, por tanto, para aconsejar a alguien que tome precauciones para una vida estable. El arte verbal del refrán está fincado en la rima "ero" que, en el primer hemistiquio, se inserta incluso en forma de rima "al mezzo"

arriero
cuando el arriero vende su mula, matadura segura
(F. 116).
Refrán de arrieros que parte del supuesto de que un arriero no vende sus mulas. La "matadura" la llaga o sentadura que les produce a los animales de caballería el roce del aparejo. El refrán tiene la forma de una sentencia que se enuncia de manera exclamativa en donde cada uno de sus miembros está dividido en dos partes: en el primero están indicadas rítmicamente y en el segundo mediante una rima "al mezzo" en "ura".

arriero
el que paga y no manda, es arriero que lleva la carga
(F. 35, 90 y 116).
Refrán sustentado en el tópico "el que paga manda". El texto dice que quien no procede así es como un arriero que en vez de hacer que el burro o mula lleve la carga la lleva él mismo. Se usa en todas las situaciones en que, de acuerdo con el sentir común., alguien debería mandar en vez de hacer él mimo las cosas. Tiene la forma de una sentencia y adopta la estructura "el que" muy tradicional y frecuente en los refraneros hispánicos. El miembro "el que, del refrán describe las circunstancias que se suponen en el refrán y sobre las que cae la sanción enunciada por el segundo miembro.

arrimado
el arrimado y el muerto, a los tres días apestan
(F. 90 y 122).
El vivir a costa de otra persona debe evitarse. Varios refraneros mexicanos, entre ellos el de Darío Rubio, ponen primero al "muerto" que al "arrimado" diciendo "el muerto y el arrimado a los tres días apestan". El refranero español, en cambio, tiene un refrán en donde los elementos de referencia aparecen en el mismo orden que en este texto: el arrimado, primero, y luego el muerto. Por ejemplo: "el huésped y el pece, a los tres días hiede". "Arrimado", dice Rubio, "voz un poco enérgica y muy despreciativa en este sentido, es, en México, el que vive y come en casa que no es la suya". Está estructurado en forma de dos hemistiquios octosílabos, sin rima.

arroyo
¿quién separa arroyo y río, si se juntan en el mar?
(F. 41).
Refrán que en forma de una interrogación de enunciación exclamativa que asienta lo inútil que es andar haciendo distingos a cosas que al fin de cuentas serán lo mismo porque irán a parar a donde mismo. Se aplica, sobre todo, en situaciones de remilgos de clase social. El texto es muy poético por el tipo de imágenes que evoca.

arroz
cuando el arroz no está bien cocinado, es porque no se ha distribuido bien el vapor
(F. 110).
Frase de cocineros que en forma de una explicación culta dice lo que enuncia. Puede asumir funciones paremiológicas cuando se aplica a situaciones sociales anómalas.

arroz
descascarar el arroz al claro de luna, es poblar de tentación el sueño de las gallinas
(F. 110).
Frase paremiológica que significa, simplemente, dar tentación de algo a quien más está deseoso de ello. Funciona discursivamente como un ejemplo.

arte
vivir es un arte que no todos dominan
(F. 12).
Frase sentenciosa que, a guisa de definición, funciona satíricamente para indicar, simplemente, como hay personas que no saben vivir entendido en el sentido de la "buena vida".

as
anda al as y ganarás
(F. 116).
Dicho de tahúres que significa "apuesta al as y ganarás". Ello no significa realmente nada puesto que hay quienes dicen "anda al as y perderás". En todo caso, ambas posibilidades riman con "as".

atención
vale más la atención que el dinero
(F. 90 y 116).
Recurso satírico para reclamar la atención de alguien.

atole
con la que entienda de atole, escoba y metate, con ella cásate
(F. 66, 90 y 132).
Refrán ranchero que en forma de consejo aconseja casarse con una mujer hacendosa que sea limpia y sepa cocinar. El atole -vocablo proveniente de la voz náhuatl atolli, bebida de maíz cocido- y el metate -palabra proveniente del náhuatl metatl que designa, como dice Santamaría, a una "piedra cuadrilonga algo abarquillada en su cara superior, sostenida en tres piés de la misma pieza de la piedra, dos delanteros y uno trasero, formando un plano inclinado hacia delante, sobre la cual, con el metlalpil, las mujeres del pueblo muelen el maíz, el cacao y otros granos"- simbolizan las actividades más importantes que, a juicio del campesino mexicano, debe realizar en su hogar una mujer casada. Variantes: "con la que entienda de atole y metate, con ésa cásate" (F. 64 y 119); "con la que entiende de atole y metate, con ésa cásate" (F. 116); "con la que sepa de atole y metate, con ésa cásate" (F. 16).

atole
más vale atole con risas que chocolate con lágrimas
(F. 35, 51, 64, 70, 90, 110, 116, 119 y 132).
Refrán que establece una comparación entre dos cosas o situaciones -aquí el atole con alegría y el chocolate con sufrimiento- de las cuales se prefiere la primera. Al respecto, dice Rubio: "refrán que advierte lo que a la vista salta, dado lo que va del atole, alimento bien humilde y muy barato, al chocolate que es más costoso: que es preferible una vida con estrecheces, pero vivida con alegría, a la que se pasa con holgura, pero en medio de sufrimientos". El refrán, de la serie "más vale", tiene la forma de una tasación: hay una contraposición paralelística entre los elementos tasados. Variante: "más vale atole con risas, y no chocolate con lágrimas" (F. 12).

atole
no se puede chiflar y beber atole
(F. 89).
Refrán popular que significa lo que enuncia. De hecho se dice en situaciones en que alguien quiere andar en todas partes y meterse en todo, hasta en las cosas que se excluyen entre sí. Es de la serie de los refranes "no se puede" que están construidos sobre la exclusión de una de las dos cosas mencionadas que, de por sí, se excluyen entre sí: repicar y andar en la procesión, chiflar y comer pinole, mamar y comer zacate, etc.

atolito
¿con atolito vamos sanando?, pues atolito vámosle dando
(F. 90 y 116).
Según Rubio, con este refrán "se da a entender que no hay que variar los procedimientos cuando con los que se emplean se obtiene" lo que se busca. El refrán adopta varias formas como se ve en la nota. En el texto que hemos adoptado como principal, tiene la forma de una pregunta retórica que fundamenta y da pie a la conclusión expresada en el segundo hemistiquio. Las variantes, en cambio, están estructuradas en forma de frases condicionales cuyo adopta tres formas distintas: en tres de las variantes "si con atolito el enfermo va sanando"; en tanto que en otras tres es "si con atolito vamos sanando" y en una "si con atolito se va curando". El segundo hemistiquio también presenta tres variantes: "pues atolito vámosle dando", "atolito vámosle dando", "atolito vamos dando". En todo caso, la inclusión del "pues" conclusivo en la segunda parte es introducido por el carácter claramente conclusivo de esta segunda parte. El refrán, en todas sus variantes, finca su enunciación en la rima consonante entre el primero y segundo hemistiquio. Este refrán circula en los diferentes refraneros mexicanos bajo las siguientes variantes; "si con atolito el enfermo va sanando, atolito vamos dando" (F. 110); "si con atolito el enfermo va sanando, atolito vámosle dando" (F. 66, 70 y 132); "si con atolito el enfermo va sanando, pues atolito vámosle dando" (F. 90); "si con atolito se va curando, atolito sigámosle dando" (F. 89); "si con atolito vamos sanando, atolito vamos dando" (F. 71); "si con atolito vamos sanando, atolito vámosle dando" (F. 2, 5, 109, 113 y 122); "si con atolito vamos sanando, pues atolito vámosle dando" (F. 122).

aventador
no te espantes con el aventador, si te duermes con el petate
(F. 48 y 90).
Refrán que aconseja no ser hipícrita espantándose con las cosas pequeñas y conviviendo con las grandes. Como dice un refrán recogido por Rubio: "comerse los petates y asustarse de los aventadores" . Censura, dice, al "hipócrita que hace grandes aspavientos por las faltas leves y nada dice de las muy graves".

azorero
el azorero, avizorero
(F. 116).
Dicho de ladrones que indica que el azorero, como se llama en ese medio a quien acompaña al ladrón para ir guardando lo robado, debe andar con el ojo avizor, es decir, ponerse muy listo. Las dos partes del dicho se relacionan entre sí por rima consonante.

azorero
quien comienza de azorero, acaba de aliviador
(F. 116).
Dicho de ladrones en que los dos términos "azorero" y "aliviador" significan lo mismo. El dicho, pues, parece no tenr sentido, como reconoce Rubio que es quien lo recoge.

azquel
hace más un azquel andando que un gigante parado
(F. 90 y 122).
Refrán que dice lo que enuncia: cualquiera, por muy pequeño y débil que sea, hace más que alguien muy grande y poderoso que, sin embargo, no hace nada. El refrán se basa en la comparación de un "azquel" -del náhuatl azcatl, hormiga- como se llama a las pequeñas hormigas de color café y vientre blanquecino que suelen invadir lo que sea, y un gigante: la hormiga "andando" y el gigante "parado". Variante: "hace más un asquel andando que un gigante parado" (F. 37).

azúcar
también el azúcar puede descomponer un postre (F. 110).
Tras el sentido literal enunciado por el refrán, hay un sentido metafórico que sentencia que hasta las mejores cosas, tomadas en exceso, perjudican.

azul
no hay ÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿÿ