Hacia una
poética de la narración interactiva
Capítulo I
Hipertexto
y dramaturgia
Braulio Hornedo
Reflexionar sobre los riesgos y las oportunidades
de la tecnología informática del
hipertexto para la creación literaria,
en particular para el poema dramático,
es el propósito de estas líneas.
El concepto de hipertexto se remonta a la publicación
de un artículo por Vannevar Bush en el
año de 1945. Anticipándose a nuestros
tiempos de redes y computadoras personales, Bush
visualizó la necesidad de construir un
dispositivo, al que llamo Memex, que funcionara
como una extensión de nuestra mente. Una
especie de máquina poética que trabajaría
por analogía y asociación. Máquinas
que capturaran la brillantez anárquica
de la imaginación humana.
Este poeta
ingeniero, que construyó ENIAC (la primera
computadora electrónica en la historia),
creía que la ciencia y la poesía
son creadas básicamente de la misma manera.
Compartía ese popular aforismo de Albert
Einstein que dice: “La imaginación
es más importante que el conocimiento”.
La visionaria anticipación de Bush fue
la simiente donde floreció una corriente
de discípulos e investigadores asociados
como Ted Nelson, Douglas Englebart y Andries Van
Dam entre otros pioneros, quienes junto con el
grupo IRIS de la Universidad Brown crearon el
primer ambiente de programación para hipertextos
llamado Intermedia.
Las reflexiones
de Bush con Memex duraron más de treinta
años y son el origen de los modernos conceptos
de hipertexto y “bloques de texto”,
vínculos, conexión, nexos, trayectos
y trama, que son el cimiento de lo que conocemos
como internet.
Existen diferentes caminos para narrar historias:
la literatura, el teatro, el radio, el cine y
la televisión han ido definiendo las características
específicas de sus propios lenguajes para
contar historias. Las incipientes técnicas
de integración de medios o multimedios
(texto, imagen fija y en movimiento, voz, música...)
requieren encontrar una poética propia
para estructurar los hipertextos, desde los sistemas
de generación de historias totalmente interactivas,
regidas (si el término es apropiado), por
el azar. Hasta las narrativas convencionales que
son presentadas como una serie de palabras con
ligas a diferentes puntos del texto. Los hipertextos
pueden ser usados elementalmente como referencias
a ilustraciones, pies de página, o comentarios
y referencias bibliográficas, o bien, se
pueden usar para presentar una narrativa simple,
a través de diferentes puntos de vista,
diferentes estilos de escritura, diferentes perspectivas
en el tiempo y el espacio. o bien pueden ser usados
para permitir al lector acceder a una variedad
de materiales en una forma no estructurada para
construir su propia narración.
En este ensayo abordaré algunos de los
problemas de escribir cierto tipo de hipertextos,
llamados: “literatura arborea” o bien,
“escoja su propia historia”. Esta
modalidad consiste de cortas secciones de narrativa
convencional, que terminan con una bifurca-decisión,
con la cual el lector determina lo que pasará
en la siguiente porción de texto a ser
leída, a partir de sus propias decisiones.
Cuando se presenta en papel, como regularmente
se hace es numerar los párrafos y establecer
vínculos de dirección entre ellos,
mediante bifurcaciones decisiones del siguiente
tipo:
Esperas hasta la mañana siguiente, pero
en la medida que los rosados jirones del amanecer
iluminan el cielo por el este, empieza a soplar
un viento helado y amenazador.
Si buscas refugio, pasa a la página 6
Si decides soportar el viento para ver lo que
hay a tu alrrededor, pasa a la página 16.
(Edward Packard y Paul Granger. La cueva del tiempo.
Ed Timun Mas. Vol 1, Barcelona 1987)
La exploración de las diferentes alternativas
inherentes a una narrativa dada parece una idea
natural, lo sorprendente es que sólo muy
recientemente se ha desarrollado esta idea en
los medios impresos.
Entre los precursores de estas ideas debe mencionarse
a François Le Lionnais del grupo Oulipo
(abreviatura para `Ouvroir de Littérature
Potentielle', una sociedad literaria francesa
dedicada a la escritura experimental). Y por supuesto,
es referencia obligada la novela Rayuela de Julio
Cortazar en la que el autor utilizó un
plan de diversas lecturas entramadas.
La literatura en árbol empezó a
popularizarse a raíz de la publicación
de series como la antes citada de “Elige
tu propia aventura” iniciada por Edward
Packard en 1981 con su obra “El circo”
y seguida por varias docenas de títulos
posteriores. Esta serie es una colección
de libros de aventuras para niños, en las
que se propone un esquema de juego en el que el
lector debe cumplir con una tarea especificada
al principio, la que lo lleva por una secuencia
de actividades que van del inicio a cada uno de
los posibles finales.
El problema exponencial.
Los escritores del grupo Oulipo que experimentaron
con la literatura arborea, rápidamente
se dieron cuenta de las limitantes de esta forma,
por ejemplo en las discusiones de Paul Fournel
acerca del drama combinatorio.
Su objetivo fue producir una obra de teatro utilizando
una estructura arborea, los problemas encontrados
fueron numerosos y algunos de ellos aparentemente
irresolubles. Una obra de este tipo demanda un
esfuerzo sobrehumano de memoria por parte de los
actores.
La obra tiene cuatro puntos de bifurcación
binaria, en cada uno de los cuales se pregunta
al público el camino que desea seguir entre
dos alternativas, si cada recorrido es diferente,
se requieren entonces treinta y un escenas distintas,
de hecho, algunas de las rutas coinciden entre
las decisiones por lo que Fournel sólo
escribió quince escenas distintas, incluidos
dos finales, uno triste y otro alegre.
Otro ejemplo del uso de estructura en árbol
es la obra de Alan Ayckbourn: Intimate Exchanges
filmada por Alain Resnais con el título
de: Smoking and No Smoking. Esta obra tiene también
cuatro puntos de bifurcaciones binarias, referidos
respectivamente a cinco segundos, cinco días,
cinco semanas y cinco años después
del principio de la obra. Se incluyeron las treinta
y un escenas posibles y se propusieron diez y
seis finales a elección del espectador.
Un buen tercer ejemplo es el trabajo de Charles
Deemer titulado: The Cyberspace Sonnets, en los
que existen cinco puntos de bifurcaciones con
dos o cuatro alternativas cada uno, lo que lleva
el número de posibles sonetos a poco más
de 250.
Todos estos autores se han enfrentado con el problema
del crecimiento exponencial derivado de la explosión
del número de finales, directamente proporcionales
al número de bifurcaciones y de alternativas
para cada una. Con diez puntos de decisión
binaria, pasan de mil los finales posibles, con
veinte sobrepasan el millón, si lo que
deseamos es ofrecer al lector la oportunidad de
elegir, o cuando menos la ilusión de elegir
frecuentemente, ¿cómo podremos manejar
tales volumenes de alternativas?
Collaboración y coherencia. La obra abierta
Una posible solución para el problema exponencial,
es abrir un proyecto colaborativo. Las facilidades
de comunicación en Internet hacen técnicamente
muy fácil crear una sección de una
narración arborea con un punto de bifurcación
que provea al lector de un mecanismo para añadir
sus propias secciones ligadas o no a la anterior,
permitiéndole crecer el arbol según
sus propios deseos. En esta perspectiva el autor
cede parte de su “autoridad” al lector
quién pasa de lector pasivo a coautor colaborativo,
dando pie a la obra colectiva, abierta e interminable.
Para una discusión
más detallada acerca de las estructuras,
clases y lineamientos para la producción
de la narración interactiva sugerimos ver
los ensayos: “Estructurando la ficción
multimedia interactiva por Geri Gay, y "Presentación
de hipertextos" de Kurt Revis.