"El vetusto Palacio de Minería nos cobijó, a fines de los años treinta, a un reducido grupo de estudiantes inquietos por la técnica. Éramos pocos los educandos y todos nos conocíamos bien. Era sólo un puñado de jóvenes con la convicción de que todo estaba por hacerse, y de que había que principiar a hacerlo sin tardanza ni dilaciones. Las universidades no ofrecían entonces el abigarrado espectáculo de las de hoy. México, pacificado al fin, levantaba los brazos generosos de una revolución que entraba decidida a la construcción de un país nuevo, y que recibía a la ingeniería como una necesidad. Nosotros quisimos enclavarnos en la común tarea de todos los mexicanos; nos negamos a estar ausentes en la gran aventura, encabezada por visionarios estadistas, que daría razón de ser a la cruenta lucha armada que sacudió al país."

Bernardo Quintana Arrioja al recibir el doctorado Honoris Causa de la Universidad Autònoma de Guadalajara 70


"En esa época el ambiente en Minería era muy fraternal, seríamos cuando más unos 500 los estudiantes allí matriculados en las distintas disciplinas: Ingeniería Civil, Mecánica, Petrolera y las carreras de Geología y Matemáticas, donde enseñaban los grandes de esta materia: Alberto Barajas, Carlos Graef Fernández, Guillermo Torres Díaz, Manuel Sandoval Vallarta. A nuestra generación ya no le tocó el legendario maestro Sotero Prieto, pero sí sus alumnos predilectos: Alfonso Nápoles Gándara y Nabor Carrillo. También tuvimos a otros maestros muy ilustres, como don Marianito Hernández, el venerable José Guadalupe Aguilera, que daba una clase preciosa de Geología mexicana, y don Antonio Dovalí Jaime, que procuró mucho a nuestro grupo."

Ing. Saturnino Suárez


"En la mente de Bernardo siempre hubo el deseo de ser arquitecto. Yo lo conocí cuando llegó a la Escuela de Arquitectura para estudiar el primer año, luego de concluir la carrera de ingeniero civil. Era un poco mayor que nosotros, y así un buen día se presentó en la clase del maestro José Villagrán García. Ya para el segundo año de la carrera Bernardo comenzó a ausentarse de nuestra escuela porque las chambas empezaron a ocupar todo su tiempo, y es que su deseo de construir, de pasar del papel a la realidad, era nato. Para el arquitecto ese tránsito es más lento."

Arq. Ángel Borja Navarrete


El veinte de enero, llegó la hora de Bernardo para cumplir con el último de los requisitos académicos para empezar a ser formalmente un ingeniero, el tema desarrollado mediante la investigación realizada el año anterior fue: Diseño y selección de las alternativas más convenientes para la construcción del puente del ferrocarril Monterrey-Matamoros sobre el dren de la Tinta del canal principal de la Presa del Azúcar. Al titularse como ingeniero civil, Bernardo apenas tenía 24 años de edad, pero además de ya estar casado y tener un hijo, había acumulado una amplia experiencia laboral y dirigía un grupo de colegas muy capaces y entusiastas.


Ese grupo de jóvenes egresados de la Escuela Nacional de Ingeniería que dieron vida a ICA, tuvieron la satisfacción de construír el edificio de la Facultad de Ingeniería, como parte de las obras que realizaron en Ciudad Universitaria, donde además construyeron las escuelas de Arquitectura, Comercio, Veterinaria, Odontología, la facultad de Filosofía, el laboratorio de Ingeniería Química, la Torre de Ciencias y parte del Estadio Olímpico.


Bernardo Quintana nunca dejó de ser universitario pues siempre estuvo pendiente del desarrollo de la institución. En el año de 1954 consigue que, tanto el personal como los instrumentos del laboratorio de mecánica de suelos de ICA, se integraran a la UNAM, con el fin de compartir los conocimientos y la experiencia adquirida, con todos los constructores mexicanos. Este hecho constituyó el embrión de lo que posteriormente sería el Instituto de Ingeniería.


Bernardo Quintana, el ingeniero, decía de la universidad: "...en ella se practica la investigación científica y humanista, madres de la tecnología, donde se anima la tecnología y dispersa sus bendiciones en mil y un trabajos que trazan la esencia del desarrollo de una nación". Con esta claridad sobre el papel que deben cumplir las universidades promovió la creación de un instituto de investigación. Contando con el apoyo del ingeniero Javier Barros Sierra, director de la Escuela Nacional de Ingeniería y bajo los auspicios del rector de la UNAM, doctor Nabor Carrillo Flores, se fundó el Instituto de Ingeniería, A.C.


Bernardo Quintana es distinguido como Doctor Honoris Causa por la Universidad Autónoma de Guadalajara. Del discurso pronunciado por el ingeniero Juan José Leaño a nombre del Claustro Universitario, citamos: "...encontramos en la persona del ingeniero Bernardo Quintana una lúcida mentalidad, una extraordinaria creatividad y una gran experiencia aplicadas a la solución de graves disyuntivas morales, dándonos muestra de cómo aplicar la profesión a una actividad social, humanitaria y patriótica. Es por esto que en su ejecutoria personal tenemos un vívido ejemplo a seguir para quienes ejercemos una profesión, convirtiendo el sentido egoista profesional en una función directora de la comunidad para el beneficio de los demás."


En sesión del Comité Ejecutivo de la Sociedad de Exalumnos de la Facultad de Ingeniería de la UNAM (SEFI), el ingeniero. Bernardo Quintana Arrioja fue nombrado Presidente de este organismo, y el ingeniero Saturnino Suárez, Consejero y Vocal de la propia sociedad. SEFI había emprendido una noble labor para agrupar y estimular el esfuerzo de los egresados de la facultad, a fin de mantener los vínculos con su Alma Mater y desarrollar tareas de solidaridad y beneficio, como lo fue en aquel entonces la restauración del Palacio de Minería.


El 29 de octubre de 1984, a dos meses de su fallecimiento, la UNAM le rinde un homenaje en el Palacio de Minería. El licenciado Carlos Abedrop, amigo entrañable de Bernardo Quintana y expresidente del Patronato Universitario, expreó lo siguiente durante su discurso en este homenaje luctuoso que le rindió la UNAM: "Permítame decirle, señor Rector, que como universitario, me enorgullece que la Universidad Nacional Autónoma de México, ofrezca este homenaje a uno de sus más iluminados hijos, porque con ello, está gloriando a su propio linaje. Su linaje como centro de cultura, con tradición y compromiso permanente, para formar los mejores hombres que México necesita. Qué afortunados todos los que estamos aquí, en ésta que fue la famosa Escuela Nacional de Ingenieros, en este maravilloso Palacio de Tolsá, donde se formó Bernardo y al que entregó tanto esfuerzo, para que luzca con la belleza y dignidad con que nos recibe esta noche. Qué afortunados somos por estar aquí, rindiendo homenaje a la vocación de grandeza de Bernardo Quintana y a la cuna esplendorosa que dio vida y sustento a esa vocación de grandeza".