"Decís
que mi manera de pensar es inadmisible. ¿Y qué
importa? Buen loco es el que se propone prescribir a otros una
manera de pensar. Mi pensamiento es fruto de mis reflexiones,
pertenece a mi vida y a mi constitución. No está
en mi poder el cambiarlo, y aunque lo estuviera no lo haría.
Este modo de pensar que condenáis es el único consuelo
de mi vida, lo único que me alivia en mis sufrimientos
y prisiones, lo que crea todas mis alegrías en el mundo;
y más me importa él que mi vida. Lo que ha causado
mi desgracia no es mi manera de pensar, sino la de los demás."
(D.A.F.
Marqués de Sade. Correspondencia)
CONTRA EL DESARROLLO
URBANO
A manera de introducción.
Esto de hacer un trabajo de tesis contra el desarrollo y el progreso,
contra los profesionales y las universidades productores de ellos,
para obtener precisamente un grado de licenciatura en una "escuela
progresista" de una Universidad "reaccionaria".
Es además de sumamente irónico, un logro impensable
en esta misma escuela hace apenas 10 años, cuando una
tesis de esta naturaleza simplemente no se hubiera planteado
jamás pues aún en el autogobierno de nuestros días
he recibido comentarios y objeciones que la califican de: insólita,
inaudita, desubicada, mera palabrería, irreal, especulación
gratuita e inaceptable. ¿Cuáles no serían
entonces los comentarios que esta proposición provocaría
en 1970 en esta misma escuela?
Pues bien este desacierto de proponer como tema de tesis, un
tema "imposible" e "indeseable" como el que
me ocupa, y que me ha permitido ponerme como objetivo el "fracaso"
en el contexto del racionalismo cientificista imperante en las
academias de "izquierdas y derechas". Y digo que me
he propuesto deliberadamente el fracaso pues este ensayo, más
o menos desarticulado en su conjunto, representa solamente y
sin proponérselo, una especie de fotografía en
movimiento de mi transición del positivismo materialista
en que nos vive el Orden y la Razón vigentes hasta una
inmetódica y asistemática desconfianza para con
todos los sistemas generales que se proponen como la interpretación
correcta, i.e. como los únicos verdaderos.
De tal manera que quisiera señalar insistentemente que
mi propuesta no pretende en ningún momento triunfar en
el sentido de ser sobresaliente o destacada, ni mucho menos constituirse
en una alternativa para la arquitectura, la sociedad o las masas,
tal y como me exigiría la "razón científica
dialéctica y revolucionaria". En una palabra mi propuesta
no pasa de ser una paradoja en la que se advierte contra la invalidez
de todo sistema que se considere, o mejor se auto-considere,
como el único correcto y verdadero, de modo que todo lo
que propongo es sencillamente hacer caso omiso de las proposiciones,
que por falta de otro nombre llamaré generales, lo cual
es una evidente paradoja si consideramos a mi propuesta como
una "proposición general" precisamente.
Pero la principal objeción, el común denominador
de las críticas de los "grandes arquitectos"
es la falta de un proyecto arquitectónico, de preferencia
de la "gran obra arquitectónica" que lo identifica
a uno como un "gran Arquitecto". Nada más lejos
de mis pretensiones ni más cerca de mi repugnancia. Baste
recordar que "... los hombre más poderosos han inspirado
siempre a los arquitectos. La arquitectura ha estado constantemente
bajo la sugestión del poder. En el edificio, el atrevimiento;
el triunfo sobre la gravedad, la voluntad de potencia, tienen
que hacerse visibles. La arquitectura es una especie de elocuencia
de poder, expresada por medio de las formas, unas veces persuasiva
y hasta acariciadora, otras limitada a dar ordenes.."0
Pues bien, no hay proyecto
que satisfaga la función social predeterminada para mi
como arquitecto, como ese lacayo del poder, que responde funcionalmente
a los requerimientos de la división del trabajo impuesta
por el capitalismo.
Y no hay proyecto, por que me niego obstinadamente a continuar
con el miserable rol de responder "creativamente" con
el uso del cemento que previamente encharcó los pulmones
no solo de los obreros productores, sino también el de
los pobladores todos, exterminando flora y fauna, y transformando
la tierra cultivable en estériles parajes, en el entorno
de la gran instalación cementera. Me niego también
a recurrir a la varilla igualmente que al perril o a la armadura
metálica producidos por la moderna planta siderúrgica,
ya no solo por las implicaciones y el costo humano derivados
de la explotación de los trabajadores, sino conjuntamente
por la explotación desmedida y 'racional' de los recursos
naturales renovables o no, explotaciones ambas cotidianamente
acrecentadas en nombre del desarrollo urbano o el progreso social
o peor aún de la Patria o a Humanidad. Me niego asimismo
a la ventajosa posición de residente o supervisor, fieles
guardianes de la eficiencia y la productividad para optimizar
la ganancia del capital, mediante la sobre-explotación
de los trabajadores de la construcción, de los albañiles;
chalanes, peones, quienes a pesar de pasar sus vidas enteras
construyendo viviendas, escuelas u hospitales. Viven en barracas
insalubres y ajenas, en el sometimiento de la ignorancia, subalimentados
apenas para semi-existir.
Me niego al diseño de prototipos, llamense estos; mínimos,
progresivos, terminados o de interés social, por que ellos
entrañan la muerte de la diversidad, en otras palabras,
por que niegan la autoconstrucción (no institucional)
con materiales locales y para necesidades específicas,
por que subestiman la capacidad de cada individuo (colones, obreros
o campesinos) para satisfacer sus propias necesidades específicas,
por que subestimas la capacidad de cada individuo (colones, obreros
o campesinos) para satisfacer sus propias necesidades de vivienda
-ya no como mero objeto de consumo- Para el cual se requiere
ser sujetos de crédito, sino como el gerundio del verbo
vivir, esto es, como la manera en que la gente está viviendo,
como modo de vivir.
Me niego también al papel nada halagador del burócrata
que cree construir el futuro óptimo del país con
planes, programas y proyectos para el desarrollo urbano, mediante
el rigor "científico" de la planeación
institucional, la que solo tiene por objeto la colonización
del presente a nombre del futuro.
Ante tantas y tamañas negaciones justo es que se me pregunte
¿Y por qué diablos entonces presentas este trabajo
de tesis como aspirante a ser Arquitecto? Y justo es también
dejar aclarado tan importante asunto en esta introducción,
como espero haber dejado aclarado el "Arquitecto" que
no quiero ser. Pues bien, presento este trabajo, por que el arquitecto
(así con minúsculas) que puedo ser y que quizá
siempre he sido, es aquel que como señalara el conocido
poeta: tiene una sola y grandiosa obra; la construcción
del propio destino.
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